Esta obra replantea el debate sobre el imperialismo y la dependencia a la luz de la mundialización del modo de producción capitalista de las últimas décadas. Dos conclusiones esenciales: 1) en los países dependientes funcionan plenamente las leyes de la acumulación de capital, y 2) el desarrollo desigual entre países adelantados y subdesarrollados se explica desde la centralidad de la explotación del trabajo por el capital, y no postulando la idea de que las periferias son explotadas por los países centrales.